Territorios Ampliados
[en línea] En: FAVERO Marcos, DUARTE Gabriel, (Eds.)
Linhas expandidas — Urbanismos de fronteira: Brasil, Uruguai e Argentina
Rio de Janeiro. Editora PUC-Rio, 2016, pp. 100–107
Punto en el Mapa
Un punto une tres países, entre Monte Caseros, Bella Unión y Barra de Quarai, en la “otra” triple Frontera. Una abstracción de representación resuelve un problema político. En el lugar, tres ríos unen cuencas hidrográficas y traen aguas de otros paisajes. Culturas territoriales, ancladas en sistemas medio-ambientales diferenciados demuestran sus sedimentos en aguas que demoran en mezclarse; es posible navegar las fronteras de su independencia, hasta su inevitable integración por entropía. Un mojón de ladrillo y cemento, perdido en un monte costero de una pequeña isla aluvional, pierde sus revoques y ensucia pinturas en el olvido de disputas diplomáticas de ambiciones imperiales. Una boya flota en medio del río, trayendo las fronteras a su unión imposible; tres países confluyen en correntadas de arreglo inestable, en constante negociación. Desde este punto tri-nacional, a la vez imposible y real, se hace seductor imaginar una condición de frontera que re-centre la discusión sobre nuestra región, que vigorice el proyecto de integración de nuestros paisajes. Para que finalmente el territorio le gane al mapa.
Líneas Políticas
Las líneas de frontera se entrecruzan. Literalmente, un país entra en el otro, para pasar nuevamente sobre su vecino. Líneas de infraestructura atraviesan este entrecruzamiento, tejiendo líneas que atan territorios: dos “puentes” separan tres países (aunque un puente sea un cruce de barcazas). La condición de frontera enciende la imaginación de los habitantes de esta región. Vivir aguas que traen otros paisajes, sentir vientos que arrastran otros climas, mirar costas a las que llegan (cansados, ya sin fuerzas) otros países, construye cotidianamente otro sentir de territorio. Un sentir que une lo separado por la política. Uno que crea diplomacias circunstanciales y refuerza alianzas y cooperaciones de lo propio. El vecino tras-nacional está más cerca que la capital de la que dependen las localidades. Las capitales nacionales definen, desde la lejanía, líneas políticas y económicas que llegan aquí debilitadas, enfrentadas con un dispositivo cotidiano que maneja otros códigos.
Planos de Confluencia
Los planos, los campos, los territorios, los paisajes, confluyen aquí con un potencial ajeno a la debilidad de las políticas centrales. Son pura potencia de integración por sobre la miopía que las ubica lejos de sus “centros”. Que puede reclamar Buenos Aires sobre Monte Caseros? Que puede reclamar Montevideo sobre Bella Unión? Que puede reclamar Brasilia sobre Barra de Quarai? Al contrario, todo lo pueden reclamar estos puestos de “frontera” al entender su potencial como región. La búsqueda es la de inaugurar una imaginación que tomando las claves del paisaje y activando proyectos infraestructurales, reclame la región como un nuevo centro de potencia territorial. Integrada. Latinoamericana.
Ampliación del Territorio
Es innegable que profundas transformaciones tecnológicas, económicas y sociales, han definido procesos de urbanización en relación cada vez más conflictiva con el medio ambiente. Encontramos un sentido de nueva urgencia: la multiplicación de los problemas ambientales, de inequidad social, de infraestructura, se espacializan en el territorio. Es imposible dar cuenta de los procesos que moldean hoy a nuestros territorios sin tomar en cuenta la economía, la política pública, la ingeniería. Pero mientras cada una de las disciplinas abocadas a la transformación del territorio vea solamente su propio fragmento de esta historia, tendremos fragmentos de proyectos imposibles. La imaginación de proyectos de integración territorial impone trabajar con enfoques trans-disciplinares que ofrezcan panoramas sintéticos de las transformaciones posibles, visualizándolas y dándoles sentido espacial.
Revitalizar nuestra forma de entender lo territorial implica la necesidad de actualizar nuestra forma de enseñar Urbanismo y sus prácticas de análisis e intervención. Las urgencias de lo medio-ambiental vuelve escandalosa la ausencia del discurso sobre el paisaje en las discusiones sobre problemas político-geográficos. La tradición disciplinar en temas ecológicos y ambientales coloca al Paisajismo en el punto de confluencia de los varios conocimientos específicos necesarios para trabajar en esta gran escala: arquitectura, infraestructura, urbanismo, hidrología, ingeniería civil, etc. Al cambiar la escala de la mirada, de lo urbano a lo territorial, es necesario cambiar la estrategia analítica y propositiva. El proyecto tiene debe dar cuenta de las complejidades de lo regulatorio, de lo político y de lo económico. Para analizar y actuar en estas nuevas escalas es necesaria una mirada sintética, orientada a los procesos, que opere con horizontes de implementación de largo plazo, en prácticas colaborativas entre la economía, la ingeniería, la arquitectura, el urbanismo, el paisaje y la ecología.
Dispersión de la Ciudad
Del estudio del paisaje podríamos aprender una nueva denominación de lo metropolitano. Tal vez debamos implementar categorías innovadoras, lo “metropolitano disperso de baja densidad”, por ejemplo. Y es que las estructuras urbanas ya no son simplemente ciudades. En las formas de producción contemporánea, la concentración de actividades produce una urbanización del territorio cada vez más entrelazada con lo no-urbanizado. Esta agregación no es continua, se extiende siguiendo jerarquías fragmentadas, entre vacíos y llenos en un espacio que es ahora universal.
Esto no quiere decir que lo territorial no pueda ser sometido a crítica, el proyecto sigue siendo el instrumento para recuperar la forma de lo urbano, pero ahora a otra escala y de otra manera, para encontrar nuevas categorías y nuevas relaciones. Si lo metropolitano es resultado de un proceso de montaje de elementos diversos, si para reconocerlo es necesaria la observación directa y sincrónica y el análisis diacrónico de sus permanencias, cambios y superposiciones; tal vez debamos pensar lo metropolitano como sistema ecológico. Las consideraciones a tener en cuenta en los análisis de sistemas metropolitanos se superponen como un calco con los necesarios para entender “la biología de los ecosistemas”, el hermoso nombre de la ciencia ecológica, el estudio preciso de las interrelaciones de los seres vivos entre sí y con su entorno. Si la metrópolis es un conjunto de asociaciones complejas que arrastran diversas re-organizaciones a través del tiempo, el estudio de sus configuraciones deberá dar cuenta de cómo sus interacciones (entre organismos y ambiente) han afectado propiedades de distribución o abundancia. Si esto es así, aprender de los estudios ecológicos es imperioso. La metrópolis no es el desarrollo lineal de un cierto “progreso” histórico, es el resultado de resistencias y conflictos que se manifiestan en la transformación del territorio.
Imaginación Pedagógica
Debemos aprender a trabajar en lugares que nunca hemos considerado. Los límites de lo hecho y lo por hacer son expresiones de una confrontación política (en el sentido más generoso del término). Lo metropolitano es el lugar de expresión de conflictos a escala territorial. El paisaje resultante es la expresión directa de estos conflictos. Las formas, todas las formas, son políticas. Las intervenciones a gran escala juegan un rol decisivo en la definición de lo colectivo, tienen una importancia física y política que les permite transformase en puntos de referencia.
Imaginamos propuestas metodológico-pedagógicas que propongan la alteración de lo cotidiano, de lo naturalizado, para imaginar/soñar/ficcionar otro modelo de territorio, creando entornos con los que podamos relacionarnos de otra manera, pensando procesos, políticos incluso, que nos movilicen desde lo disciplinar. La ficción como prefiguración, ya no anterior sino intermedia, el estado alterado, colocando en este presente desangelado, fragmentos de imaginación infraestructural.
Invención de Paisajes
Pocas veces ha sido tan necesario este llamado a la imaginación de otros modelos territoriales. El neoliberalismo, con el eufemismo del mercado, acorrala la imaginación de otros escenarios. Nos vende el presente como realidad cerrada, de la que observamos sus consecuencias y nos oculta su condición de construcción colectiva, en la que nos comprometemos en su transformación. Saliendo de fracasos propios (los modernos), el urbanismo entregó el territorio al mercado. Dejó que la conversación sobre las regiones fueran sobre zonas empresariales, sobre negocios público-privados, sobre booms inmobiliarios. El neoliberalismo no es sólo una macro-estructura ideológica, su principal fortaleza radica en su implicancia operativa en multiplicidad de micro-estrategias. Los gobiernos (municipales, provinciales y nacionales) se ajustan naturalizadamente al cortoplacismo de la ganancia empresarial, a la des-regulación y a la exacerbación de los conflictos territoriales para “atraer inversiones”. Desde este lugar es imprescindible el llamado a la alteración del lugar común del Urbanismo. Debemos pensar prácticas de la imaginación como mascarones de proa para la construcción de otras formas de vida, de otros paisajes, de otras ciudades que construyan un sujeto colectivo potente, comprometido.
Formas de Resistencia
Lo que está en juego es el modelo de territorio desde donde pensar y transformar la realidad. El modelo del mercado tiene claro su forma de intervención: entregar cada vez más fragmentos de desarrollo a los capitales concentrados. Entendido así, nuestra imaginación disciplinar estará entonces al servicio de maximizar la rentabilidad y el discurso se tomará del marketing y las finanzas. El territorio es hoy un espacio liberado por las instituciones de gobierno y planificación para que las corporaciones materialicen sus proyectos de mercantilización competitiva, alejándonos cada vez más de cualquier valor que reivindique lo público, lo común, lo colectivo. Es este el Urbanismo que queremos enseñar? NO! Hay que resistir. Hay que proponer pedagogías de Taller que establezcan prácticas pre-figurativas de otros modelos de paisaje, que imaginen ecologías sociales igualitarias, que amplíen la esfera pública para imaginar otras formas de ocupación del territorio, que implementen estrategias que ayuden a dar forma al territorio de nuestros sueños.
Juan Manuel Rois, 2016