Techos que saben volar: Marcelo Villafañe (3ra parte)
“Roofs that know how to flight: Marcelo Villafañe”, en WANG, Wilfred (Ed.). O’Neil Ford Duograph Series, Volume 3: Argentina Altamira Building, Florencia Raigal House, UT Austin: Wasmuth Tübingen, 2010, 77–82
“Techos que saben volar: La obra de Marcelo Villafañe”, en Modos del Proyecto (01-Imaginación Técnica), Revista de la Universidad Abierta Interamericana, Buenos Aires, Invierno, 2011, 24–29

La casa Florencia Raigal demuestra un grado de concentración inusitado para una casa tan pequeña: es una síntesis, un manifiesto arquitectónico. La única de la serie que juega con una variación máxima, la Casa Raigal reemplaza el techo de chapa por losa de hormigón contenida en antepecho de bloque. Con el bloque y losa pintados del mismo color, con sus muros más públicos apenas perforados, la casa se nos presenta desde lejos como un monolito, como una piedra caída del cielo. Meteorito de Martínez Estrada, nido de hornero. Como explicar la sorpresa al entrar? Una vez dentro, no entendemos como una casa tan chica puede proteger un espacio tan grande. Que juego de proporciones maneja el arquitecto para producir este espacio compacto, a la vez monumental y acogedor?

De planta doblemente bifurcada, dos alas chicas protegen las grandes ventanas al oeste del espacio interior principal. Enormes en relación al espacio interior, calibradas con la circulación propuesta por la escalera, yendo o viniendo, miramos a través de ellas en sesgo, protegidos por la casa misma, hasta el horizonte profundo.
Las bifurcaciones en planta repiten los ángulos en sección, la misma geometría define planta y vista. Este objeto bajo el sol recibe su propia sombra; con el correr del día, nuevas líneas en diagonal complejizan la geometría y multiplican la variedad de visiones. A medida que caminamos rodeándola en círculos, esta simpática casa, siempre cambiante, nunca es la misma. No importa cuántas veces, siempre nos sorprende con una nueva cara.

La Casa Begué, última de la serie, es una variación ligera que demuestra la soltura del arquitecto. La casa desparrama sus muros verdes en forma precisa, bifurca su techos y desdobla su planta para dejarnos entrar por el momento más angosto: el pivot de la puerta nos deja frente a una ventana que nos coloca otra vez afuera; al girar el cuerpo estamos ya bajo el punto más alto de la cumbrera, en un espacio interior unificado de dimensión y calidez inesperadas. Desde este espacio, nuestra mirada cruza en todas las direcciones y siempre encuentra una ventana donde escapar al horizonte que nos rodea.

Jugar en Serio, en Series
Siguiendo las lógicas de sus sistemas formales y materiales con soltura plástica, Villafañe produce saltos conceptuales. Trabaja las reglas auto-impuestas como un standard de Jazz: sabe cómo empezar, sabe dónde llegar, pero en el medio, un viaje lleno de improvisaciones y variaciones lo arroja a otros mundos.
Villafañe juega como invitó alguna vez Enric Miralles a jugar: juega en serio, con precisión técnica y elegancia; con estrategia y libertad de acción. Vemos en este accionar una imaginación espacial y tectónica, conceptual y material. Un pensamiento arquitectónico en acción, con rigor disciplinar y máxima libertad creativa.
Villafañe ha escrito sobre su idea de trabajar entre un orden sistemático y una grilla rota. Producir variaciones caóticas dentro de un sistema lógico lo lleva a un nuevo orden, menos formal, más amorfo. Es aquí donde se siente más cómodo.