Patrones de Acumulación del Capital (Rosarino)

Juan Manuel Rois
6 min readJun 22, 2021

Problemas Actuales de la Arquitectura y los Estudios Urbanos. 2019
Doctorado en Arquitectura y Estudios Urbanos PUC Chile

El artículo “La ciudad capitalista en el patrón neoliberal de acumulación en América Latina” de Emilio Pradilla Cobos se propone el ambicioso objetivo de articular los procesos económicos, sociales, ideológicos y territoriales presentes en las realidades urbanas latinoamericanas, para resaltar sus rasgos comunes y sus diferencias. El autor busca construir tanto una interpretación y teorización macro-regional como reconocer las diferencias nacionales o micro-regionales resultantes de las particularidades de sus desiguales procesos de desarrollo.

Frente a este texto, y para verificar, problematizar o extender sus hipótesis, utilizaré sus argumentos para interrogar a la ciudad Latinoamericana que tal vez más conozca y que claramente no forma parte del repertorio de ciudades conocidas por el autor: Rosario, Argentina.

Si bien Rosario no forma parte del grupo de ciudades-región a las que el autor se refiere (desde las megalópolis de 20 millones de habitantes –CDMX o Sao Pablo, a las metrópolis de 5 a 7 millones de habitantes –Guadalajara, Monterrey o Santiago de Chile), ni de las ciudades intermedias en expansión (de 3 a 5 millones de habitantes como Curitiba o Bello Horizonte) sorprende observar en su escala de pequeña ciudad (1.500.000 habitantes) las determinaciones de los distintos patrones de acumulación del capital verificados en aquellas formaciones urbanas.

Ciudad moderna, fundada a finales de los tiempos coloniales, Rosario demuestra la estructura impuesta por los sucesivos patrones de acumulación del capital local, con sus fases de inserción en la mundialización del capital. Crece exponencialmente bajo el capitalismo mercantil del siglo XIX, como principal puerto del patrón exportador primario que organizó el estado moderno de Argentina. Ocupó luego un lugar privilegiado en el proceso de industrialización por sustitución de importaciones del intervencionismo estatal y desarrollismo de mediados del siglo XX. Y ejemplifica hoy las reformas estructurales que materializan el cambio de patrón de acumulación de capital al libre-mercado neoliberal en la transformación de su puerto, que pasa de ser puerto estatal, centralizado y urbano a ser el principal polo agro-exportador del mundo, un complejo de más de 50 kilómetros de costa agrupando a una amplia variedad de puertos privados, descentralizados y descoordinados.

El impulso inicial a la urbanización del territorio lo darán, con mínima regulación del estado municipal, en pleno liberalismo del siglo XIX, empresas de capital extranjero (puerto francés, ferrocarriles ingleses, tranvía belga). Este proceso permitirá el surgimiento de una burguesía terrateniente y comercial, inicio de la concentración del capital local.

La ciudad de Rosario, desde su nacimiento, ha mantenido un patrón de crecimiento donde ha primado la renta urbana; nunca capital política ni gran potencia industrial, su proceso de expansión ha estado determinado por la pequeña escala. Su vector histórico de continua expansión ha sido la transformación del uso del suelo rural a urbano, con la manzana como unidad de subdivisión catastral (100m x 100m en sus inicios decimonónicos, 100 x 50 en su racionalización periférica moderna). La cuadrícula funcionará como lógica de organización cohesiva de las múltiples y descoordinadas acciones de fraccionamiento por parte del mercado inmobiliario local. Los lotes resultantes (de un ancho de 9 metros, resabios de medidas coloniales y de profundidad variable) serán pura plusvalía privada, las calles ortogonales y continuas, consolidadas entre lotes privados, pura inversión pública.

Luego de un proceso de acelerada expansión y crecimiento demográfico por arribo de inmigración europea -un proceso que duró aproximadamente cincuenta años-, el crecimiento se estabiliza alrededor de mediados del siglo XX. La trama urbana rosarina, creada tan rápidamente (aún entonces mayoritariamente vacía), se densificará lentamente, con una clara tendencia hacia la compactación y verticalización, por sustitución sucesiva de tipologías arquitectónicas. La construcción física de la ciudad será llevada adelante por pequeñas empresas familiares (cuando no por auto-construcción), en pequeñas escalas que trabajarán por acumulación, lote a lote. Acumulación que en base a actuaciones individuales propusieron variaciones mínimas sobre temas recurrentes: antes casa chorizo o casa de pasillo (1P), luego casa compacta moderna (2P), edificio de renta (5P), edificio entre medianeras (12P), torre de vivienda (24P). Rosario es hoy el palimpsesto resultado de esas sustituciones y repeticiones. (Rois 2017)

A este proceso, hay que sumarle hoy la privatización de lo público urbano determinado por la desindustrialización y tercerización y los nuevos procesos de virtualización emprendidos por el capital inmobiliario-financiero. Nos dice Pradilla que la fusión entre el capital financiero y el inmobiliario nacional (y tras-nacional) se ha convertido en fracción dominante de la inversión urbana y es por esto que los gobiernos urbanos, aún discursivamente de distinta ideología, tienden a otorgar privilegios e incentivar los negocios de esta fracción del capital en sus políticas urbanas. Este proceso se ha verificado en Rosario, con la aparición (post crisis del 2001) de capitales concentrados que han creado un inusitado modelo de construcción de ciudad para nuestro medio: la transformación de grandes parcelas pos-industriales con ubicaciones estratégicas en sectores residenciales de alta gama, en consonancia con nuevas reglas de inversión público-privada, bajo control del mismo grupo inversor. (Rois 2014)

Corolario de estos procesos económico-territoriales y de estas nuevas condiciones, la construcción de vivienda popular y de clase media en Rosario se ve paulatinamente expulsada de la ciudad. La vivienda unifamiliar se aleja cada vez más del núcleo urbano, encerrada en barrios privados o dispersa en loteos abiertos. Común denominador a estas urbanizaciones son los ejes sectorizados por grupo social: a medida que nos alejamos del área central, los barrios inicialmente de alta calidad paisajística e infraestructural van perdiendo “exclusividad” y “amenities”, hasta llegar a loteos residenciales de terrenos mínimos y gran densidad de uso de suelo que generarán barrios alejados de cualquier infraestructura social y estarán por siempre despojados de identidad urbana. Agregando leña al fuego sub-urbanizador, la modalidad del crédito de ayuda hipotecaria Pro.Cre.Ar y el abandono definitivo de la planificación, ubica en el actor individual la decisión sobre la vivienda, ya nunca más colectiva ni urbana. Un aparente “empoderamiento” del actor individual que en realidad lo deja a la deriva, preso de procesos económicos que lo dominan. (Rois 2014) El resultado es un crecimiento sostenido en términos reales del precio del suelo urbano de múltiple sentido territorial: de la periferia hacia el centro, del centro hacia la periferia, de los corredores hacia el interior de las áreas de vivienda. Como bien explica Pradilla, este crecimiento afecta a los sectores pobres de la sociedad, compradores o locatarios de vivienda, porque eleva el costo de la vida en las metrópolis e incide en los procesos de su empobrecimiento. (Pradilla 2014)

En Rosario se verifican entonces alguno de los procesos apuntados por Pradilla, aunque en menor escala e intensidad debido a su condición de ciudad de menos de dos millones de habitantes. El capital inmobiliario concentrado afecta a parcelas centrales en desuso y no reemplaza tipologías históricas del área central, que aún mantiene su vigor comercial y residencial, y no se verifican corredores terciarios ni la multiplicación de parcelas industriales dispersas.

Hay que decir que, a diferencia de otras ciudades de Argentina, desde la recuperación de la democracia en 1983, la ciudad de Rosario ha consolidado una continuidad en sus políticas de planificación urbana que ha brindado algo de coherencia a los procesos citados, aunque no sin disputas. Rosario es la primer ciudad en Latinoamérica que ha prohibido la construcción de barrios cerrados (Año 2010, Ordenanza Ya Basta! -Movimiento Giros), pero esos desequilibrios se verifican ahora a escala metropolitana. Rosario ha “exportado” sus problemas urbanos a las ciudades colindantes.

Si se verifican en Rosario dos de los condicionantes del proceso de neoliberalización de nuestras ciudades latinoamericanas. Por un lado la desigualdad y la segregación socio-territorial se muestra principalmente en la ocupación irregular de la tierra y la auto-construcción de viviendas en terrenos (antes) inundables. Terrenos que hoy, gracias a infraestructuras públicas de contención de aguas, ganan la atención de desarrolladores que los miran con buenos ojos (y mucha presión política) para desplazar a la población y “urbanizar” esos suelos. Por otro lado, se verifica el aumento de la violencia en la vida cotidiana, influencia de la aparición del narcotráfico; su rentabilidad y el dinero movido, le permite a los clanes delictivos penetrar estructuras políticas y estatales. La desigualdad y el recrudecimiento de la pobreza en estos últimos cuatro años, explican también la multiplicación de la delincuencia incidental que también se registra en Rosario. No es casualidad que el discurso de la seguridad y el orden sea hoy el principal argumento de la discusión política local. (Juan Manuel Rois, 2019)

Rois, Juan Manuel (2017) “El Poder de la Pequeña Escala” en Blog Escritos Arquitectónicos [en línea] 4 de Enero de 2017
Rois, Juan Manuel (2014) “Historia del Presente” en 041 Revista de Arquitectura y Urbanismo, 9: 2–3
Pradilla, Emilio (2014) “La ciudad capitalista en el patrón neoliberal de acumulación en América Latina” en su Teorías sobre la ciudad en América Latina Ciudad de México: Universidad Autónoma Metropolitana

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