Notas para un comentario sobre la obra de Jorge Scrimaglio (2a parte)

Juan Manuel Rois
5 min readAug 27, 2021

Revista X -Revista de la Facultad de Arquitectura de Mar del Plata (1) 131–138, Mar del Plata, 2008

Jorge Scimaglio, Casa Lavalle (Casa Laborda) 1968–1973, Fotografía Gustavo Frittegotto

La Casa para el actor Alorda, diseñada y construida en la ciudad de Rosario entre 1968 y 1973 en la calle Lavalle sorprende, y seguirá sorprendiendo, por su radicalidad formal y constructiva.

Ni el más desatento de los transeúntes puede ignorar la presencia de este extraño objeto. Decimos objeto porque esta casa está más cerca de las cosas sin nombre que de aquello que podemos decodificar como arquitectura residencial. Esta no es una arquitectura doméstica, se nos presenta en estado salvaje, sin domesticar. Es un objeto enigmático que, rarificado en sus propias razones, exige un esfuerzo interpretativo.

Estamos frente a un objeto lógico, pensamiento arquitectónico materializado que nos incita por su gesto radical a observarlo y develar sus lógicas constructivas. Una primera operación establece limites precisos, el pequeño lote entre medianeras es dividido en dos volúmenes espaciales cúbicos: la casa se desarrolla retirada hacia el fondo en 3 plantas, en constante relación con el patio ubicado hacia la calle, protegido por el muro/pantalla sobre la línea de edificación.

Jorge Scimaglio, Casa Lavalle (Casa Laborda) 1968–1973, Plantas, elaboración propia.

La casa se presenta como un macizo de ladrillos socavado: pura acumulación de mampuestos que invita a ser escalado y explorado. Sólidas escaleras exteriores articulan volúmenes y terrazas y, junto a las interiores, conforman un imbricado circuito que atraviesa toda la casa. La integración de la circulación interior y exterior desdibuja los límites entre planta y corte. Nociones como adentro/afuera o arriba/abajo quedan desplazadas: por momentos sólo entendemos que estamos sobre ladrillos, entre ladrillos o bajo ladrillos.

La articulación volumétrica de la masa construida parece estar llevada a un punto límite de compresión. Resultado de la maestría del arquitecto en comprender medidas y posiciones, la casa se nos presenta como un artefacto sometido a presión, ocupando un espacio demasiado chico para sus requerimientos vitales, con volúmenes que buscan hacerse un lugar hacia afuera y hacia arriba, desbordando.

La casa es un mecanismo de precisión que multiplica las posibilidades de este pequeño lote. Las articulaciones volumétricas de la masa formalizan las caóticas fricciones y colisiones presentes en cada centro de manzana rosarino. Esta casa materializa el sueño imposible de cualquiera que haya mirado un centro de manzana desde arriba: caminar por terrazas, cruzar medianeras, subir y bajar por los muros.

Desde la calle, la casa mantiene el misterio del interior gracias al maravilloso muro/pantalla que presenta como cara pública. Diremos algo sobre este muro.

Jorge Scimaglio, Casa Lavalle (Casa Laborda) 1968–1973, Axonometrías, elaboración propia.

Scrimaglio no trabaja por composición. Para trabajar por composición, con un pie en la geometría, uno se arma de las herramientas cercanas a la forma: proporciones, simetrías, ejes ordenadores. Para componer uno necesita partes a ensamblar, elementos de arquitectura: ventanas, puertas, etc. Nada más alejado de la manera de trabajar de Jorge Scrimaglio.

Scrimaglio establece sistemas lógico-materiales que funcionan a construcción pura: máquinas arquitectónicas. La forma será riguroso resultado de una exploración del sistema llevado al límite. Lo citamos: “La técnica constructiva es la herramienta que materializa una idea poético–arquitectónica. La técnica es la realidad inspiradora de todo proceso creativo constructivo en el cual la voluntad de forma y el ingenio constructivo establecen el intercambio necesario para generar la obra.”

En Scrimaglio, una pared es un sistema lógico, y el ladrillo una unidad aritmética. Si estudiamos intensamente las posibilidades tectónicas del mampuesto de ladrillo y seguimos su lógica bifurcada de transferencia de cargas, entenderemos claramente que una ausencia calibrada del elemento no debilita al sistema. En Scrimaglio, una operación conceptual de inversión convierte un ladrillo en su ausencia.

Rafael Iglesia es un ávido lector de la obra de Scrimaglio, él ha dicho con claridad que en Scrimaglio el ladrillo es un elemento no subjetivado que no conlleva propiedades intrínsecas sino de situación: puede constituir piso, techo, escalera, eventualmente muro. La unidad mínima real no es el ladrillo en sí, sino su comportamiento en el entramado: su posición. Es así que en el muro sobre calle Lavalle, Scrimaglio materializa aberturas dentro del sistema: las realiza con ladrillos ausentes, con los espacios que dejan cuando estos no están.

En este muro, el ladrillo ausente crea un vacío que resignifica a los presentes. Hay un enigma, una paradoja: el muro aparenta liviandad llena de aire, pero el ladrillo ausente duplica el trabajo del que queda en posición, haciendo el peso del muro mucho más aparente. A este muro, los vacíos le agregan peso.

Jorge Scimaglio, Casa Lavalle (Casa Laborda) 1968–1973, Secciones, elaboración propia.

A diferencia de la Casa Melnikov (Moscú 1927), en donde el revoque y la pintura blanca reducen todo a un problema plástico, el muro de la calle Lavalle nos hipnotiza en su claridad tectónica. En tensión permanente, sentimos empáticamente el trabajo del ladrillo, cargando más peso que el acostumbrado.

Otra gran diferencia con el cilindro perforado de Melnikov es que aquel es un muro continuo. Scrimaglio introduce aquí el problema de la esquina: dos muros encontrándose, generando la pregunta de cómo doblar con el sistema.

Jorge Scimaglio, Casa Lavalle (Casa Laborda) 1968–1973, Fotografía: Marcelo Villafañe, 1973

Una foto tomada por Marcelo Villafañe en 1973 nos muestra una esquina contra toda indicación de código. Scrimaglio trabaja aquí desde el centro de la disciplina arquitectónica, el problema tectónico es resuelto de manera pedagógica ejemplar, y esto es más fuerte que cualquier requerimiento burocrático respecto a muros medianeros.

(El arquitecto prioriza siempre el problema arquitectónico y coloca su posible contribución a la disciplina por sobre cualquier demanda de la realidad, por más perentoria que esta sea. Cantidad de anécdotas testimonian esta actitud de resistencia, perseguida con obstinación casi inhumana)

(Continúa)

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