Notas para un comentario sobre la obra de Jorge Scrimaglio (1a parte)

Juan Manuel Rois
4 min readAug 23, 2021

Revista X -Revista de la Facultad de Arquitectura de Mar del Plata (1) 131–138, Mar del Plata, 2008

Jorge Scrimaglio, Casa Garibay, Rosario, 1964–1971

Una conversación que mantuvimos recientemente con el arquitecto Jorge Scrimaglio comenzó con una discusión respecto del significado de la palabra originalidad. No nos referíamos a la búsqueda de lo nuevo, de lo novedoso; búsqueda tan cercana las operaciones de innovación formal que guían el mercado de ideas de la producción arquitectónica, inmersa ya en la sociedad de consumo y su necesidad imperiosa de circulación de mercancías. No. En esa conversación, en el café Augustus, un sábado al mediodía en plena peatonal Rosarina, hablábamos con el arquitecto de originalidad en el sentido de origen. Aquello que inaugura, que inicia un camino. El gesto radical de Jorge Scrimaglio es preguntarse por el origen de la arquitectura americana, para practicar el acto inaugural en su obra, que nos sorprende hoy con su contemporaneidad fuera de tiempo. En su preocupación por el origen de la arquitectura, en Scrimaglio el ladrillo es tierra, y sale de la tierra. Nunca veremos ladrillo volando en Scrimaglio, el mampuesto guía nuestros ojos hacia su fundación sólida. Todo es masa, todo es peso; todo es construcción en Scrimaglio. Todo vuelve a su origen.

Y esta es la paradoja presente en la obra de Scrimaglio. Por un lado vemos el valor telúrico, tratado en forma sublime, del agregado elemental del mampuesto de ladrillo, y leemos el vernáculo americanista. Pero por otro lado, la radicalidad de su pensamiento lógico/formal lo acerca a prácticas relacionadas con el arte conceptual, a una expansión del campo disciplinar arquitectónico que es absolutamente contemporáneo; al menos desde nuestra mirada interpretativa. Si la posicionamos de acuerdo a un sistema de pares dialécticos entre lo arcaico y lo innovador, lo popular y lo culto, lo rural y lo urbano, la práctica arquitectónica del arquitecto Scrimaglio nos interesará por su manera de invertir la mirada: aquello que, definido desde una visión globalizante de la modernidad es aparentemente regresivo, en Scrimaglio es material base para producir identidad y diferenciación. Scrimaglio reafirma su contemporaneidad y radicalidad moderna al preguntarse sobre el origen americano de su arquitectura.

A Manera de Desarrollo
Jorge Scrimaglio participó, como alumno y luego como instructor, de la revolución académica que significó la “Escuela de Arquitectura y Planeamiento”: el momento histórico de la Facultad de Arquitectura de la Universidad Nacional de Rosario más conocido como “La Escuela de los Porteños”. Un cambio de régimen que comenzó en 1956 bajo la dirección del Arq. Jorge Ferrari Hardoy. Haciendo Tabula Rasa de las enseñanzas compositivas de la academia, la escuela se organizó en base a los famosos talleres verticales, con programas materiales-formales influenciados por el “Modelo Ulm” de la nueva Bauhaus de Tomás Maldonado. Este momento histórico de la escuela rosarina fomentó una acalorada y explicita discusión respecto del legado de los maestros modernos y su posible expansión y apropiación a nuestras realidades tectónicas y constructivas, en búsqueda de una autentica aproximación local de la modernidad. Jorge Scrimaglio reconoce especialmente la influencia de Eduardo Sacriste en su pensamiento arquitectónico. Siguiendo los pasos de su maestro participa del curso de verano en Tucumán dictado por Sacriste y luego, en 1969, dicta clases en la Facultad de Arquitectura de Mendoza dirigida por el Arq. Enrique Tedeschi.

Desde esta red de referencias fundacionales podemos entender su primer obra maestra, construida siendo aún alumno de segundo año. Hablamos de su casa propia, construida en 1957 en la costa del Paraná en Granadero Baigorria, al norte de Rosario. Entendemos esta casa como una reinterpretación Wrightiana de la tectónica de ladrillo del primer Mies van der Rohe. Interpretación Wrightiana insistimos, porque lo que importa en esta casa, más allá de sus muros de ladrillo en juego neoplástico, es la diagonal abierta hacia el horizonte del río, barranca abajo. La apropiación del territorio con una mirada expansiva horizontal desde los espacios interiores es el gesto de identidad americana de la arquitectura del último periodo de Frank Lloyd Wright, sus Usonian Houses.

Jorge Scrimaglio es un conocedor de sus maestros Wright y Sacriste; hay en su obra un esfuerzo consciente de transposición a nuestros paisajes de aquel diagrama Wrightiano. Esta obra inicial significa un manifiesto primero que condensa una actitud en relación a la naturaleza, que es aquí paisaje pampeano. La carrera profesional de Jorge Scrimaglio comienza con una obra pequeña en escala, pero épica en ambición: la búsqueda de una arquitectura americana en relación armónica con su territorio. Podemos leer en su obra posterior desarrollos de esta gesta iniciática. Durante más de 40 años de práctica profesional, Jorge Scrimaglio mantendrá un estándar de calidad y rigor conceptual impensable para el medio dónde se desarrolla. Podemos señalar momentos cumbres: la Capilla del Espíritu Santo de 1961, la Casa Garibay de 1964–1971, la Casa Maíz de 1982. En lo que concierne a lo que resta de estas consideraciones, nos limitaremos a dos obras residenciales, de pequeña escala, pero de alta concentración dramática.

(Dramática decimos, y no exageramos. Jorge Scrimaglio pertenece a una genealogía intelectual muy nacional, la figura del paladín que carga sobre sus hombros la tarea de la denuncia, tanto frente a los impostores como a los que aún no saben o no se animan a ver. En otros ámbitos podríamos hablar de Raúl Scalabrini Ortiz, Ezequiel Martínez Estrada o Arturo Jauretche; más cerca nuestro y del arquitecto podríamos hablar de Eduardo Sacriste. Adalides solitarios que se enfrentan a una injusticia o un descarrío para alertar al resto, emprender la patriada e imaginar la reparación: realizar el “sueño nacional”. Jorge Scrimaglio entiende su obrar profesional como una labor dramática de resistencia ético-política: es un hombre que da testimonio, exponiendo sus rasgos pasionales y la honorabilidad de su arte.)

(continúa)

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