La mirada formalizada: Caballero-Fernández
Obra Reciente Caballero-Fernández Arquitectos
Revista SUMMA+ (114): 42–51, Argentina, Abril, 2012
Carteles Urbanos, Concesionaria Bicicletas Caballero-Fernández
Revista ARQ (85- Espacios de Tránsito): 34–35, Santiago de Chile: Ediciones ARQ, Diciembre, 2013
La formalización de las relaciones visuales entre entorno y objeto es una estrategia instrumental en la arquitectura de Gerardo Caballero. No estamos hablando de metáforas vagas; el registro de la mirada genera direcciones, geometrías y proporciones: hechos concretos del quehacer proyectual. Esta instrumentalización se manifiesta en el control de planta y corte y en precisas perspectivas de método y línea recta.
El objeto arquitectónico resultante demuestra en su conformación indicadores inequívocos de esta formalización: La mirada en escorzo de calle angosta define el perfil rehundido de las Viviendas en Cortada Marcos Paz, el cono visual desde la esquina define el perfil cóncavo de La Caja de Abogados, el cono visual hacia la vista privilegiada del Río Paraná define la articulación volumétrica del Edificio Brown.
Esta introducción ubicaría la arquitectura de Gerardo Caballero (tal vez polémicamente), dentro de una lógica diagramática. Pero un desarrollo en su arquitectura reciente lo coloca cercano a producciones más contemporáneas; aquellas interesadas nuevamente en la figura, en edificios con carácter definido y silueta vaga. Los elegantes y sueltos croquis de Gerardo Caballero establecen, con un criterio gráfico cercano al cómic, la personalidad de sus edificios.
En una familia de proyectos que ya podemos identificar, la formalización de la mirada se ha desplazado del sujeto al objeto. Son ahora los edificios los que miran. En la ampliación de la Casa Barbero en Rosario un gran ojo sobresale de una casa en esquina, en la Casa en Puerto Roldán un ojo mira al cielo mientras otro mira al piso, en la Concesionaria de Bicicletas en Rosario una pantalla observa la avenida cercana, en la Concesionaria Agrícola de la Ruta 34, la pantalla observa el horizonte distante. Esta es una arquitectura que evita excesos retóricos de geometría formal o de masa expresiva y se libera de la obligación de representar, para simplemente ser: edificios que llaman la atención, nos atraen y nos devuelven generosamente la oportunidad de mirar.

Galpones Pamperos
En las rutas de la pampa argentina, un juego hipnótico atrapa al que mira por la ventana. Semidormidos por el ruido del coche, nuestra mente se escapa con la mirada hacia el horizonte. Todo se mueve a distintas velocidades. Los postes desaparecen borrosos en primer plano mientras miramos grupos de árboles lejanos. Unos van mas rápido que otros. Empezamos a concentrarnos en un punto casi inmóvil al fondo, ahí donde cielo y tierra se unen. Por unos instantes creemos que el auto navega una circunferencia infinita alrededor de ese punto central.
En la pampa no hay perspectiva, hay profundidad. El juego abstracto de planos que juegan los árboles en movimiento nos da idea de distancia en el vértigo horizontal. Contrapunteando este juego aparecen algunos objetos: casas, silos, galpones.
Para el que maneja todo es distinto. Una perspectiva central se desarrolla a toda velocidad. Los árboles se mueven en paralelo creando zonas de velocidad, o en perpendicular creando muros y puertas territoriales. Las líneas de la ruta se unen a lo lejos, una curva nos entretiene. Un acortamiento del horizonte creado por un ligero movimiento topográfico alimenta el suspenso de lo que está por venir. Pero lo que asoma es más de lo mismo. En este juego cinemático, puntuaciones rítmicas aparecen con regularidad: puentes, salidas, postes, señales, carteles.
A 100 kilómetros de Rosario, sobre la ruta 34, en San Genaro yendo al norte, un cartel de grandes proporciones se asoma a la ruta. En su interior se exponen maquinarias agrícolas. Un cartel con un gran espacio interior, o un galpón con una gran pantalla publicitaria. Un híbrido que toma lo mejor de las dos tipologías: la visibilidad icónica del cartel y la espacialidad utilitaria del galpón. Con un simple movimiento geométrico, la planta rectangular se abre en diagonal hacia la ruta y en deformación perspectívica intensifica el cono visual, multiplicando la potencia óptica del artefacto.
La Concesionaria Agrícola de Caballero-Fernández resignifica la propuesta Venturiana del galpón decorado. En la propuesta teórica de Robert Venturi, el cartel se encarga de la significación arquitectónica y el galpón se hace cargo de las necesidades programáticas. El proyecto en la ruta 34 reclama para la arquitectura el trabajo que Venturi delegó en el cartel: Gerardo Caballero interioriza el cartel y lo convierte en espacio.
La estructura metálica, cerrada con chapa galvanizada en el exterior y chapa blanca en el interior, es de una simpleza material que esconde una precisa sofisticación geométrica. El juego de intensificación perspectívico es conseguido con claridad formal y control de proporciones: la diagonal desde el vértice del rectángulo se extiende mas allá la mitad de su longitud y vuelve al rectángulo ortogonalmente, definiendo un marco de proporción 3:1 en paralelo hacia la ruta. Al definir un espacio en profundidad, el marco cumple su función publicitaria de manera más radical que los carteles a los que estamos acostumbrados. La maquinaria agrícola expuesta rota en 3 dimensiones a medida que manejamos frente a ella.
La corrugación de la chapa en vertical recoge tonalidades de azul. La concesionaria se nos acerca en la ruta como una cuchilla cortando el cielo. Un objeto contra el horizonte que alcanzamos. El alero triangular de la entrada principal nos recuerda el juego formal y la rotación del edificio respecto a la ruta. Adentro, el cielorraso, definido por la caída a una sola agua del techo, convierte la diagonal en efecto espacial intensificador del juego perspectívico: desde este espacio interior monumental miramos un horizonte enmarcado y nuevamente distante.

Carteles Urbanos
En las ciudades de la planicie pampeana, la cuadricula urbana impone a nuestros cuerpos un rigor particular en relación al territorio. En nuestras calles nos vemos atrapados en situaciones de perspectiva única. Las ordenadas líneas de fuga de cordones, veredas, fachadas y árboles crean franjas de cielo particular. Los bordes continuos de las manzanas esconden una densa articulación de momentos que suponemos, pero que nunca verificamos. Inmersos en estas secuencias ortogonales, nuestra mirada se escapa en diagonal. Qué es lo que encuentra nuestra mirada cuando intenta cruzar por sobre, en escorzo, hacia los centros imposibles de nuestras manzanas? A veces, en las avenidas de ingreso en los barrios periféricos de la ciudad, por sobre las terrazas bajas, nuestra mirada encuentra grandes carteles publicitarios.
La Concesionaria de Bicicletas en Rosario, recientemente diseñada por el estudio de Caballero-Fernández, ubicada en un lote entre medianeras en una avenida de alto tránsito, se nos presenta paralela a la línea de edificación, flotando como una gran pantalla.
Descubrimos en la pantalla una profundidad espacial que nuestra mirada atraviesa con placer. La invitación a atravesar visualmente la fachada de vidrio de precisas proporciones está dada por ciertas sutiles deformaciones operadas en corte. El borde externo de la pantalla se afina para definir el volumen con una línea precisa, tensando la piel de vidrio en forma extrema. La deformación perspectívica del marco de la pantalla repite la geometría de nuestro cono visual, acentuando el voladizo y liberándolo de la tensión gravitatoria: la pantalla flota. Finalmente, el techo de estructura metálica contiene una pequeña inflexión en su pendiente, separando dos conos visuales predominantes: uno atraviesa la pantalla y tiene al cielorraso como su lienzo final, el otro se inicia bajo el voladizo de ingreso y al ingresar descubre la entrada de luz cenital que, iluminando el cielorraso, activa esta maquina de mirar. Imaginamos a las bicicletas, liberadas de la gravedad, suspendidas en este espacio denso, en esta luz líquida.
Juan Manuel Rois, 2012.