La Ideología del Tipo
2019

En su libro “La Arquitectura de la Ciudad”, Aldo Rossi realiza sugestivas afirmaciones, de grandes implicancias teóricas para la historia y la práctica de la arquitectura y el urbanismo. Afirmaciones que, si bien seducen por la seguridad del lenguaje erudito con la que se realizan, carecen de sustentos conceptuales que las “justifiquen”. Las posiciones se presentan al lector como opiniones (fundadas o no, no lo sabemos) del autor, que usando sus propias palabras, “asumen un claro carácter ideológico”. Esto no sería preocupante, de no ser por el impacto que estas posiciones han tenido, de “teoría” fundante, en escuelas y prácticas pedagógicas y profesionales alrededor del mundo (por lo menos hispano-parlante).
La adopción generalizada de las posiciones presentadas pudo realizarse gracias al ocultamiento operativo del contexto histórico y político al que reaccionaba Rossi con su paradójico “conservadurismo progresista”. En su libro, para exponer su concepto de “Parte de Ciudad”; Rossi nos habla de una visita a un palacio renacentista. Difícilmente se preste esto para la universalización de su aplicabilidad para explicar la ciudad latinoamericana, tal como sucedió en la mayoría de las escuelas de nuestro continente. Efectivamente, mucho debe ser soslayado para que el concepto tenga pregnancia en contextos tan radicalmente distintos a los de las milenarias ciudades italianas.
Más que crítica, la teoría de Rossi podría denominarse “reactiva”. Rossi reaccionaba al contexto particular de los procesos de modernización italianos, que tuvo dos instancias diferenciadas del resto de las dinámicas europeas: el momento fascista de entreguerras y el momento pro-norteamericano de posguerra. Rossi reaccionaba a su “educación moderna”, y en Italia esa modernidad había sido fascista. La Casa del Fascio de Guiseppe Terragni funciona como emblema para esa arquitectura llena de modernidad monumental, puesta con tanto fervor al servicio del Duce y su estado autoritario. Los maestros de Rossi, Rogers, Zevi y Argan, libraron la batalla contra ese modernismo y pasaron la épica resistente a la próxima generación. En la década de 60, el Partido Comunista Italiano, habiendo ganado ya la batalla al fascismo, se encontraba en su segunda “guerra de resistencia”, contraponiendo la heterodoxia marxista a la norteamericanización consumista de la cultura italiana de aquel entonces. La película “La Dolce Vita” de Federico Fellini demuestra esa deriva. Es aquí donde el conservadurismo historicista de Rossi se entiende como una resistencia culta y elitista a la cultura popular pasatista que inundaba la urbanización (cada vez más periférica) de las ciudades italianas. Será el centro de la ciudad, con todo su peso histórico, con todas sus “partes de ciudad” diferenciadas con identidad, memoria y densidad, la trinchera de resistencia a la ciudad genérica. Rossi necesita de la historia, de los lugares con calidad, para contrarrestar el presente perpetuo de la comodificación del espacio urbano.
Su reacción es paradójicamente excesiva: paradójica porque para alejarse todo lo posible de la posición criticada, termina haciendo lo que critica, desde un lugar ideológicamente más “puro”. Tomemos como ejemplo el problema de la forma y la función. Su furibunda crítica al funcionalismo termina proponiendo un formalismo. Si bien es claro que la forma no sigue a la función (al menos en arquitectura), un formalismo que no tenga en cuenta la función propone una forma de cáscara vacía, tan falto de profundidad intelectual como el funcionalismo más utilitarista. Cuando desde una crítica arquitectónica al funcionalismo Rossi se desplaza a una crítica urbanística al entendimiento de la función como elemento estructurante de lo urbano, se aleja incuso de sus fundamentos materialistas históricos: si lo único que tenemos para estructurar la ciudad es la forma (de los monumentos!) se nos escapan todos los procesos de urbanización; nos quedamos con los resultados y no con sus causas. Al olvidarnos de los procesos de producción, volvemos a ser comentaristas de la realidad y dejamos de operar en su posible transformación.
Rossi criticó al funcionalismo por la comodidad que ofrecía para las clasificaciones, por su reduccionismo elemental. Paradójicamente, su propuesta tipológica, aparentemente crítica, erudita y compleja, se explicaba con claridad pedagógica; en esto radicaba la seducción de su propuesta.
Rossi nos ofrecía el Tipo como solución a todos los problemas, nos regalaba una receta instrumental y operativa; y finalmente, conservadora.
Referencias: Rossi, Aldo (1966) “Estructura de los hechos urbanos” en La Arquitectura de la Ciudad
Juan Manuel Rois, 2019