Harvard Report: Semana 6
Fall Semester 2012. Cadena de mails. Inédito
El trabajo en el estudio se complica. Incorporamos la zona vegetal al proceso de diseño. Hemos dado tanta información a los alumnos que mi trabajo es guiarlos para que no pierdan las intenciones de proyecto. Es difícil hacerles entender que el proyecto puede ser la vara desde donde mirar la nueva información, que las capas pueden agregarse aumentando la consistencia de la operación. Para esto hay que sostener el proyecto cómo diagrama que acepta nuevas condiciones. De esta forma, uno se sumerge en la información buscando la evidencia que necesita para solidificar argumentos. Siguiendo la idea central del estudio de trabajar activamente con los procesos ecológicos, no pensamos la vegetación desde el punto de vista de la conservación, para proteger o restaurar especies; usamos la vegetación como un elemento programático activo, factor urbanizador, generador de recursos económicos, agente de descontaminación y configurador de espacios exteriores. En la fase anterior que trató la contaminación, los alumnos usaron estrategias de vegetación a nivel diagramático, demarcando zonas. En aquel momento, teniendo en cuenta la ubicación y velocidad de la mancha de contaminación subterránea, usaron especies vegetales como barrera o filtro, como elementos activos en la descontaminación (phyto-remediación) o como centinelas (arboles y plantas que cambian de color avisando niveles de contaminación). En esta fase pedimos, entre otras cosas, que incorporen programas y que articulen densidades, especies, detalles, patrones de plantación, implementación, mantenimiento, sucesión, maduración.
El lunes fuimos a visitar el sitio. 72 alumnos de Harvard y dos profesores, uno de ellos, un argentino. Entramos a la base militar, nos recibieron los encargados del programa de descontaminación, uno por parte de la Fuerza Aérea, otro por parte del Ejercito; nos explicaron el proceso técnico en marcha desde 1996 en el que han gastado mil millones de dólares, sólo en esa base. Todo empezó por presión de los vecinos, se sumaron los políticos y el EPA, lo que les ha obligado a limpiar la tierra y bombear y filtrar el acuífero. Hay 16 plantas de filtrado que bombean millones de litros de agua para depositarla, una vez limpiada, nuevamente en el acuífero. Fuimos a ver la zona de bosques (la base es en realidad la reserva forestal más grande de Cape Cod, debido a las áreas sin acceso por peligro de practicas bélicas), el área de impacto central, las áreas de práctica de drones y los campos de tiro y entrenamiento. Durante la segunda guerra mundial esta fue una base de entrenamiento con una ciudad de más de 15.000 personas. Quedan algunos edificios abandonados y mucho espacio vacío donde estaban las barracas. De toda esa actividad de hace 50 años llega hasta hoy la contaminación: por derrames, prácticas de incendios y artillería pesada. Demás está decir que todo fue muy raro. Fue como estar en una película. A los alumnos les sirvió para entender la escala territorial del proyecto y que el sitio no es el modelo de Rhino (un desierto ondulante y plateado), si no bosques de pino y robles, llenos de especies animales en peligro de extinción. Uno de los ingenieros que nos recibió presentó la necesidad de mantener la base militar en actividad como estrategia de preservación ambiental. Mantener las prácticas de tiro para detener la urbanización.
Roger Duffy, de SOM (Skidmore Owings and Merrill) Nueva York dio su charla el jueves pasado. Duffy es un Partner, es decir, dirige un estudio dentro de la firma (así le dicen ellos: The Firm). Su estudio ganó premios, le publicaron obras, le dio prestigio a SOM. Duffy forma parte de la generación que peleó para borrar los restos del posmodernismo que hizo estragos en la oficina. Armó una revista (SOM Journal) con concurso interno y jurado que generó un debate dentro de la oficina y levantó el nivel de la discusión. Si yo les creyera a estos tipos que ganan medio millón de dólares al año, me darían algo de ternura, tratando de demostrar que todavía dan la pelea contra la corporación, desde la corporación. Ternura porque, incluso los mejores proyectos que tienen para mostrar después todo ese esfuerzo, siguen siendo malos. Cualquier idea murió en la tercera reunión con el cliente, después vinieron los consultores y sin darte cuenta terminaste con un Frankenstein que a lo mejor con suerte se parece un poco al proyecto de Toyo Ito que quisiste copiar (Burr Street Elementary School). El jueves, Roger Duffy cumplió sus funciones, vendió su producto, vino a buscar nuevos empleados para la firma, sin desmarcarse de la línea editorial. (En un desliz Freudiano, al querer decir que en su estudio hay muchos -MANY- graduados de Harvard, dijo que tenían plata, -WE HAVE MONEY) Cazador de talentos, Duffy dejó en claro sus requerimientos: “Espero que estén aprendiendo BIM”. SOM marcando la chancha a Harvard. Para seducir a la próxima generación de esclavos, explicó que en SOM siempre hubo lugar para la imaginación. Buscó en los archivos y mostró un Goldsmith (Telescopio Solar en Arizona), un Bunshaft (Yale Beineke Rare Books Library) y la Capilla de la Academia de la Fuerza Aérea en Colorado, que Walter Netsch diseñó a los 26 años. En las preguntas se sinceró y dijo que es muy bueno para descubrir talentos. Un manager para la corporación, te agarra joven, con ganas, y te exprime hasta que no te queda sangre en las venas. Si no escapaste a tiempo, te atrapa con un buen plan de salud y retiro. Al final quedás como en esa canción: “How did I get here? This is not my beautiful life!” Todo esto me hizo acordar a mis tiempos en SOM. Buenas épocas.
(2012)