El tango del Mapping

Juan Manuel Rois
2 min readDec 9, 2021

PILLS Architecture, Píldoras de Arquitectura, Vol. 2 Núm. 2 (2012)

Andy Warhol Dance Diagram, c.1962 (Tango). Litografía

Me cansa el mapping. Estamos llegando al límite del mal uso de la herramienta. Hemos estetizado tanto el instrumento que hemos hecho del despliegue gráfico de la información un fetiche más. Como hicimos con el pliegue hace 15 años, o con los algoritmos biogenéticos hace 10; nuevamente un concepto tomado en serio por otras disciplinas es secuestrado por los arquitectos sin tener noción real de sus posibilidades instrumentales.

El mapping es el medio que preferimos para demostrar nuestras preocupaciones sobre la crisis de lo urbano o lo ambiental. Tanto en concursos como en proyectos de universidad, llenamos dos o tres paneles de cada presentación con estadísticas y datos cuantitativos superpuestos sin criterio sobre mapas o fotos aéreas. Una vez establecida la seriedad del problema, pasamos a los próximos 4 o 5 paneles mostrando edificios o intervenciones urbanas que no hubieran necesitado de ninguno de los datos anteriores, porque en realidad, no han sido instrumentales en la conformación espacial de la propuesta.

No estoy en contra de los mapas hermosos, estoy en contra de los mapas desperdiciados. Mientras otras disciplinas utilizan cada vez más los instrumentos disponibles de la información satelital y digital (GIS/GPS) para tomar decisiones con implicancias reales en la transformación de nuestros territorios (geólogos trabajando para la industria minera y petrolera, ingenieros trabajando para empresas de infraestructura, geógrafos trabajando en investigaciones de lectura crítica marxista, etc), los arquitectos todavía no entendimos las posibilidades ofrecidas por esta multiplicidad de capas de información y su interacción escalar y temporal. En Paisajismo y Diseño Urbano nos han sacado un par de cuerpos de ventaja, el beneficio de una base instrumental más ligada a lo científico de ambas disciplinas. Tal vez si entendiéramos estos mapas como instrucciones, podríamos achicar la distancia entre la información y el proyecto. Como en el grabado de Warhol, donde las líneas de fuerza se convierten en direcciones reales, nuestro tango se demostraría en el territorio.

Los mapas sirven para entender el territorio. Buscamos entender para poder transformar. Si pensáramos nuestras intervenciones como una capa más de las múltiples que desplegamos para entender la complejidad de lo real, ganaríamos por partida doble: ocuparíamos el lugar abstracto del mapa y transformaríamos el territorio. Inventariamos así nuestro propio tango y, al tiempo que explicamos sus reglas, lo bailaríamos.

Juan Manuel Rois, 2012

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