El diagrama moderno en Aricana
041 Revista de Arquitectura y Urbanismo (8): 6, Rosario,
Colegio de Arquitectos de la Provincia de Santa Fe Distrito 2, 2010.

En los 60’, cuando Aricana fue construido, para los arquitectos rosarinos lo moderno no era un estilo, era la única arquitectura posible.
En Rosario, el proyecto moderno se extendió en un lento proceso de apropiación y transposición en base a técnicas constructivas locales. Esto es lo que constituye hoy la identidad de nuestra arquitectura contemporánea. En este sentido, Aricana no es un edificio de una arquitectura pasada, es pieza fundante del paisaje urbano presente. Como arquitectos, al caminar por Rosario generalmente evitamos esquemas historicistas y disfrutamos de estas arquitecturas como artefactos llenos de contemporaneidad. Con actitud intelectual alerta, renovamos la alegría de ver las cosas por primera vez y retornamos a estas piezas urbanas su originalidad. Así extendemos sus investigaciones disciplinares hasta el presente.
El edificio de Aricana es una reinterpretación de un diagrama moderno.
Los jóvenes arquitectos del 60 descubrieron los edificios canónicos del periodo heroico del modernismo a través de publicaciones extranjeras que llegaban en cuentagotas, con pocas ilustraciones, de baja calidad. Mucho se dejaba abierto a la imaginación. Esta generación experimentaba y promovía nuevas estéticas a un medio que reaccionaba con resistencias culturales: la modernidad llegó aquí antes que los procesos de modernización de los modos de producción. La escuela Aricana de H. Hernández Larguía, Raúl de la Torre y un joven Aníbal Moliné representa el mejor ejemplo de apropiación Rosarina de la arquitectura de Alvar Aalto.

Esta apropiación propone una interesante transposición de una tipología: el patio mediterráneo, que en Aalto fue transformado en hall central elevado de espacio público interior cubierto y bañado de luz nórdica, transmuta en Aricana en patio aterrazado que desciende acercando la articulación urbana del centro de manzana rosarino hasta el calibrado espacio del hall de ingreso en planta baja. En el hall, las terrazas se convierten en balcones interiores.

Las líneas blancas de la losas de hormigón refuerzan la tensión horizontal en espiral ascendente de este espacio interior que recibe el sol del atardecer. Hay un juego espacial continuo desde los espacios en compresión horizontal de las circulaciones, la triple altura vertical del hall y el terreno aterrazado del patio: son todos espacios públicos excavados al centro de manzana.

Así es como los arquitectos investigan la influencia de los ejemplos canónicos en la construcción de su sensibilidad: desde la práctica disciplinar, en pleno uso de su inteligencia de diseño, el arquitecto separa los datos específicos de sus fuentes para concentrarse en aquellos hechos que resuenan en su memoria y experiencias personales. De esta manera, muros de contención de ladrillo visitados en la colina de una municipalidad rural nórdica reaparecen en la planicie argentina para conformar topografías artificiales en un patio de ladrillos en un centro de manzana de una ciudad de retícula de vocación infinita. En este patio, a través de la articulación de los niveles continuos aterrazados, la circulación interior y exterior se imbrican en un juego de planta y corte.

Para entender Aricana, tenemos que leer el corte: los volúmenes espaciales del auditorio y la biblioteca, comprimidos entre muros medianeros, emergen creando una topografía artificial que en calibrado descenso irrumpe en el espacio del hall central. En estas terrazas, la arquitectura formaliza el paisaje rosarino cotidiano: las complejas articulaciones espaciales creadas por las colisiones de volúmenes al centro de manzanas de lotes profundos. Esta innovación tipológica nos propone imaginar nuevos espacios públicos posibles en nuestros centros de manzana de otra manera inaccesibles: caminar por terrazas, cruzar medianeras.
Un detalle arquitectónico nos muestra la sensibilidad de los proyectistas: La pequeña curva del zócalo del piso original de piezas cerámicas verdes se repite para conformar el mostrador de atención al publico. De esta manera la geometría articulada se convierte en superficie continua, conteniendo la presión espacial que llega desde el patio. Aquí, Aalto ya está jugando otro juego, uno más rosarino y más contemporáneo.
Juan Manuel Rois, 2010.