Diario de un Consejero: 8. Sísifo

Juan Manuel Rois
3 min readAug 23, 2022

[en línea]. Diario de un Consejero. 3 de Julio de 2015

Sísifo creyó que engañaba a los dioses y los dioses lo castigaron obligándolo a subir una piedra gigante por la ladera de una colina, sólo para verla rodar pendiente abajo para repetir por toda la eternidad la misma acción, una y otra vez. Entiendo que Sísifo sabe del eterno retorno, es consciente de la vacuidad de su labor, pero no puedo dejar de imaginar que cada vez que llega a la cima tiene una pequeña sensación del deber cumplido, una mínima satisfacción, una sensación de victoria.

Una de las comisiones secretas a la que pertenezco, la académica, la que funciona como el doble maldito del consejo, es un lugar donde Sísifo se sentiría cómodo. Hay tantos expedientes atrasados que decidimos reunirnos una vez por semana. La comisión doble del consejo trabaja ahora en doble turno. Los viernes que no hay consejo y los jueves anteriores a la reunión de consejo. La quincena anterior, entre las dos reuniones tratamos más de 30 expedientes. Treinta. Tres decenas. Una gran cantidad de expedientes atrasados que pasamos a archivo sin más discusión (cosas que habían devenido “abstractas”), una pila importante de pedidos de equivalencias (gente que pide tener aprobadas materias que cursó en otra carrera antes de anotarse en arquitectura), en fin, minucias de la labor administrativa que aparentemente es el trabajo que nos toca hacer. Y un par de expedientes problemáticos que generaron discusión, entre ellos el expediente kamikaze sobre extensión de condicionalidades, aquel expediente que atrapó a dos consejeros estudiantiles la semana pasada. Puedo explicar todo esto porque el secreto de estos temas ha sido levantado por el FBI de los expedientes universitarios. En definitiva, luego de dos semanas de arduas discusiones y labor parlamentaria, logramos reducir la pila de expedientes de 75 a una módica suma de 45. Ese fue nuestro triunfo pírrico. Nuestro momento Sísifo: aquel cuando la piedra finalmente se detuvo en la cima de la colina.

Y después vino la reunión del consejo directivo.
Ese es el momento tremendo donde la piedra, después de detenerse por un instante, empieza a rodar lentamente hacia abajo. A Sísifo no le queda otra que correrse a un costado y verla caer.

En el orden del día ingresaron 17 expedientes de designaciones docentes por el sistema de cátedras libres, 5 expedientes por aprobaciones de materias optativas y 6 expedientes por distintos proyectos de resolución presentados por los consejeros (4 Área, uno Franja, uno mío). Todos esos expedientes, unos 28 en total, fueron pasados con total diligencia y celeridad para su tratamiento en la comisión académica (una mesa conformada por el 90% de los presentes en la mesa del consejo, vale aclarar). Hasta acá todo hubiera tenido el sabor de un empate. Sacamos 30 expedientes, vuelven 28. PERO! En el orden del día de la sesión se trató el despacho del expediente kamikaze sobre condicionalidades: al rechazarlo 9 a 7 (+ 3 abstenciones), los 35 expedientes de solicitudes personales de excepcionalidad vuelven a tener vigencia. Como dijimos que no a la “amnistía” general, ahora tenemos que estudiar caso por caso. Zeus ganó por goleada. Ahora la comisión tiene 100 expedientes que tratar.

Luego de mirar caer la piedra hacia abajo, Sísifo desciende la colina para volver a empezar. Supongo que su esfuerzo tiene altibajos. Hay veces que se ilusiona y sube con más ganas. Hay veces que se cansa y sube lentamente; al final, para que apurarse. Hoy en comisión fuimos lentos. Sólo tres temas tratados. Y aunque todavía rige el secreto secretísimo de sumario, puedo decir además que hay un despacho que no sólo no saca 15 expedientes, los pone encima de la piedra, como para aumentar aún más nuestra desdicha.

Los mitólogos todavía no se ponen de acuerdo sobre cuál fue la ofensa a los dioses de Sísifo que determinó semejante castigo. Nuestra ofensa es clara: querer ser partícipes de esto que llamamos política universitaria argentina.

(2015)

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