Detroit: Territorios de la Desinversión

Juan Manuel Rois
7 min readJun 20, 2022

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Dimensions 20, Escuela Taubman de Arquitectura y Planeamiento Urbano, págs. 92–99. Universidad de Michigan, Ann Arbor, 2007

Detroit: Territorios de la Desinversión. Juan Manuel Rois, 2007

En Detroit, hay una ciudad dentro de la ciudad. Catálogo de paisajes creados por la desinversión, una parte de Detroit ha sido abandonada a la decadencia y la entropía. Si Detroit tiene futuro, será decidido en estas zonas. La serie de mapas publicados aquí pretenden iniciar un catalogo de estos territorios. La investigación fue hecha bajo la sospecha de la existencia de un plan en marcha que espera la desaparición final de la ciudad para transformarla en un paisaje suburbano indiferenciado. Las fuerzas del mercado están esperando el punto de inflexión de la curva de desinversión para reclamar el territorio que antes abandonaron a su suerte.

Esta investigación propone un contra-argumento a la noción de la Shrinking City, una metáfora visual torpemente elegida que dificulta la comprensión del verdadero proceso en desarrollo en las regiones metropolitanas de Estados Unidos. Bajo la presión del crecimiento suburbano, la rápida expansión de la urbanización horizontal crea un tejido sobre-expandido de baja densidad que al ceder crea una multiplicidad de áreas intersticiales. La creación de mapas para mostrar la consolidación de estas áreas intersticiales en Detroit busca encontrar la masa critica del proceso: a qué punto de agregación estas constelaciones de espacios intersticiales empiezan a funcionar como una nueva condición infraestructural? Si es así, tal vez una estrategia que escape del lote a lote pueda convertir estos espacios abandonados en herramientas validas para imaginar un nuevo tipo de estructura urbana.

Definiendo los espacios del abandono
En su ultimo libro “Drosscape: Desperdiciando Tierra en la América Urbana”, Alan Berger define con el término drosscape a los sitos desperdiciados dentro de las regiones urbanas. Estos sitios aparecen debido a dos procesos primarios: la rápida expansión horizontal y el abandono de tierras e infraestructura luego de que los regímenes económicos y de producción que los produjeron han terminado. Los urbanistas desestiman estos paisajes intermedios: lo intersticial disuade inspección. Son paisajes en transición: vías ferroviarias abandonadas, corredores de fabricas cerradas, lotes vacantes, edificios en ruinas, estacionamientos. Muchas son áreas urbanas asociadas a un estatus económico o industrial pasado, áreas en suspensión entre ciclos de inversión. Berger nos notifica de un creciente interés inmobiliario por estos terrenos. Para él, esto implica un cambio en la manera en la que la sociedad americana evalúa estos paisajes intersticiales, vistos ahora como candidatos a la reconversión y el desarrollo.

Para entender los procesos de crecimiento y estancamiento urbano y regional tenemos que entender que el capital opera en ciclos fluctuantes en tiempo y escala. La desinversión inicia la decadencia que incrementalmente destruye los paisajes urbanos. El realojamiento de inversiones se presenta como un método, libre de consecuencias, en busca de mayor eficiencia, y así, paisajes enteros son abandonados mientras se persiguen ganancias en otros lados. La ironía es que será el nivel de desinversión lo que determinará la manera en que una región pueda recuperarse en el futuro, es la devaluación del valor de la tierra lo que atrae nuevas rondas de inversión. La nueva ola de inversión en Detroit será de suburbanización y des-densificación.

En la suburbia
Jerry Herron propone a Detroit como la ciudad más relevante de Estados Unidos. Nombrando a Detroit como la más moderna de las ciudades americanas, nos muestra como tanta gente ha usado a la ciudad para llegar a donde quería, que era otro lado. No todo el mundo se sumó al viaje, y una población entera excluida de los beneficios de la modernidad habita lo que queda del aparato infraestructural abandonado. Todo el mundo manejó en las autopistas alejándose de Detroit, dejando algo atrás. La prosperidad de la región metropolitana se basa en un ignorante desperdicio sin responsables aparentes. La ciudad ya no es problema de nadie. Todos estamos en la suburbia ahora.

En la suburbia, la arquitectura siempre llega tarde a la escena como para dar instrucciones sobre como debería ser el mundo. Es como aquel viejo búho filosófico, levantando vuelo sólo al atardecer. En la suburbia, la arquitectura siempre será complaciente (deliciosamente, a veces), o se verá reducida a fabricar explicaciones post-facto. En la suburbia, la arquitectura persigue al dinero, desde atrás.

No hay solución para la suburbia, nada nuevo puede decirse sobre ella. Debemos abandonar a la suburbia como objeto de critica intelectual. Tenemos la responsabilidad de recuperar el tono épico que alguna vez permeaba el discurso arquitectónico. Hubo un tiempo en que la arquitectura tenía como objeto de su imaginación sistemas de organización territorial e infraestructural que impactaban en la conformación de grupos sociales. Tenemos que volver a la ciudad.

Imágenes
Como resultado de un agresivo proceso de desurbanización, algunos vecindarios de Detroit hacen visible una ciudad abandonada. Un sentido de espacio abierto vacío refuerza la condición de baja densidad y permite largas vistas diagonales a través de lo que solía ser una de los stocks de vivienda más cohesivos de los Estado Unidos. La evidencia física de la trama urbana ya no existe. Las calles que solían unificar la comunidad, al proporcionar la red de distribución necesaria, permanecen hoy como infraestructura obsoleta y redundante, dividiendo lo que es ya un espacio abierto único. Si esta es la verdadera identidad urbana de Detroit, ¿podremos resignificarla como áreas de oportunidad? Si dejamos de lado nociones nostálgicas de lo que solía ser la ciudad, ¿podremos imaginar posibilidades latentes en esos espacios no reclamados? ¿Podremos imaginar formas alternativas de visualizar el espacio público?

La arquitectura generalmente se destruye para configurar una ausencia, para transmitir la sensación de que nunca estuvo allí en primer lugar, para olvidar, para no saber qué es lo que ya no tenemos. Detroit se está borrando a sí misma a un ritmo sin precedentes para una ciudad en tiempos de paz. Cuando la reconstrucción tiene lugar, se hace como un negocio más; como si estuviéramos en los límites de la región metropolitana, se reemplaza lo que solían ser barrios urbanos funcionales a cuadras del centro de la ciudad, por desarrollos de apariencia suburbana. ¿Es su completo borrado el precio a pagar para salvar a Detroit?

En Detroit, hay una ciudad dentro de la ciudad. Una ciudad que nadie quiere ver, probablemente porque la imagen en el espejo es demasiado fuerte. Acomodando la vida en los restantes espacios funcionales de la ciudad, sus habitantes cruzan múltiples territorios degradados todos los días. A pesar de algunos desgarradores actos heroicos de resistencia, las ingenuas intervenciones lote a lote no abordan la condición infraestructural prevalente.

¿Qué pasa si la arquitectura ya no es suficiente? ¿Qué pasa si la planificación urbana ya no es suficiente? ¿Qué pasa si, en lugar de concentrar nuestros esfuerzos en el entorno construido, nos centramos en lo no construido, lo abandonado y lo ignorado? Sin las presiones del mercado, utilizaríamos estos territorios de la desinversión como laboratorios para experimentos de organización territorial y para el cambio social.

Detroit: Territorios de la Desinversión. Juan Manuel Rois, 2007

La inversión de la figura, en la que lo abandonado se muestra con toda su fuerza, es un acto de protesta y esperanza. Ya no más ignorada, regresa como imagen para una reinvención infraestructural de la ciudad. Al consolidar los corredores de trenes no utilizados con las áreas industriales abandonadas, el derecho de vías de rutas sin mantenimiento con franjas comerciales desinvertidas y la gran cantidad de lotes de viviendas vacías con la red de calles redundantes, la figura resultante se convierte en un sustrato infraestructural.

¿Podrá ser esto la columna vertebral de un nuevo urbanismo? ¿Podremos imaginar aquí formas innovadoras de moverse a través de este paisaje recién definido? ¿Podremos ver aquí límites porosos entre lo abierto y lo construido, lo colectivo y lo individual? Las fuerzas del mercado reclamarán estos territorios tarde o temprano, privatizando posibilidades; podremos usar el tiempo que tenemos hasta entonces para imaginar alternativas sostenibles para nuestras regiones metropolitanas?

Deberíamos hacer una distinción: un proceso de desdensificación no debe equipararse automáticamente a un proceso de desurbanización. La suburbanización no debe ser la imagen predeterminada que proyectemos como solución. Una articulación menos densa de los espacios puede ser una poderosa oportunidad para repensar el paisaje urbano. Al desmantelar estratégicamente infraestructuras viales redundantes, se crean racimos consolidados de espacio abierto. Esta acción definiría terrenos comunes intersticiales alrededor de los cuales se podrán concebir estrategias de reurbanización participativas. Hay nuevas tipologías urbanas por explorar.

De vuelta en Detroit
En las áreas intersticiales desinvertidas de Detroit encontramos un territorio lleno de posibilidades. Tenemos que mirar a través del velo de las imágenes desalentadoras de decadencia y abandono, solo así podremos imaginar alternativas posibles. La relación entre medio ambiente y los procesos de urbanización es uno de los temas más importantes a enfrentar, estos territorios son laboratorios potenciales para integrar los procesos naturales y el desarrollo urbano creando ecologías artificiales sustentables. Lo natural ya no es tan natural, tenemos que escapar las viejas oposiciones dialécticas entre naturaleza y ciudad. Al hacer esto, entenderemos nuestra condición metropolitana donde arquitectura, infraestructura y paisaje se interrelacionan y transforman en un nuevo híbrido en donde todo es relacional.

Una mirada despojada de prejuicios puede tener consecuencias de largo alcance. Al evitar oposiciones entre sistemas ambientales e infraestructurales, abrimos nuevas perspectivas y tomamos una mayor responsabilidad en la transformación de la realidad. Nuestro equipaje arquitectónico no puede llevarnos tan lejos; tenemos que unir fuerzas con paisajistas, diseñadores urbanos y urbanistas, o al menos, invadir con impunidad sus barreras disciplinares. Dentro de unos años, cuando el mercado haya decidido abandonar la suburbia y vuelva a reclamar la ciudad, estaremos listos, con planes sobre la mesa. Ahí empezará una discusión interesante.

Juan Manuel Rois, 2007

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