Cuando Mies llegó a Rosario

Juan Manuel Rois
4 min readSep 15, 2021

041 Revista de Arquitectura y Urbanismo (3): 52–53, Rosario,
Colegio de Arquitectos de la Provincia de Santa Fe Distrito 2, 1999

Edificio Copacabana Empresa Pergomet/Kanter. Arq Mario Astegiano, 1961/1965, Rosario. Foto: G. Frittegotto

El arquitecto investiga la influencia de los hechos del pasado sobre su sensibilidad: desvincula los datos de su contexto original para precisar la presión que cada uno de ellos tiene sobre su memoria y experiencia personal. Entender que lo pasado y lo presente son una y la misma cosa es enriquecer al presente con el espesor histórico y dotarlo de densidad para evitar esquemas historicistas. Los edificios agrupados aquí forman parte de nuestro presente, de nuestro paisaje diario. Sería oportuno entrenar la mirada para encontrar el valor de lo cotidiano. Profundizar la realidad con la mirada del descubridor. Devolver a los objetos su originalidad y renovar la alegría de ver todo por primera vez.

Los arquitectos reunidos por esta publicación (Revista 041 n.3, 1999) se formaron en la Escuela de Arquitectura de Rosario, una generación que descubrirá las obras de la modernidad heroica a través de publicaciones extranjeras que a cuentagotas llegarán a sus manos. De estas arquitecturas, la obra americana de un arquitecto alemán gana la atención de unos pocos (creemos Mariotti, Benetti Aprosio, Rébora, Molteni).

A finales de la década del 50, década signada en nuestra ciudad por las palabras progreso y desarrollo, estos jóvenes ensayan sus primeras arquitecturas en un esfuerzo por imponer su voluntad estética a un medio que ofrecía resistencias tecnológicas y culturales, con la vocación de crear una cultura, de formar escuela. En un trabajo conjunto de enriquecimiento mutuo, su desconocimiento de las técnicas constructivas se supera con la experiencia de artesanos y contratistas, que a su vez estarán forzados a perfeccionarse y cambiar técnicas y estéticas. Su inquietud por la experimentación los hará proponer estructuras que forzarán a los ingenieros amigos a calcular soluciones nunca antes ensayadas en el medio.

Edificio Copacabana Empresa Pergomet/Kanter. Arq Mario Astegiano, 1961/1965, Rosario. Foto: G. Frittegotto

Resulta esclarecedor que el edificio Copacabana pueda sumarse a esta lista. Aún a pesar de estar casi en los límites de la selección, con proyecto de 1961 e inauguración en 1965. Creemos descubrir el mismo espíritu modernizador, la misma confianza en el desarrollo tecnológico y cultural de la región y sobretodo, la misma voluntad estética. Dentro de esta saludable ola de recuperación de esta época (casi oculta para nuestra generación formada en los 90) que se ha ido repitiendo en charlas, muestras y debates en estos últimos meses, una reciente charla del Arq. Molteni en la facultad nos aclaró cuál fue la mirada rosarina a la obra de Mies van der Rohe.

La Segunda Compañía de Seguros, Silvio Mariotti, Alfredo Molteni, Juan Carlos Valenti, 1955, Rosario. Foto: G. Frtittegotto

1/ El módulo como estructura conceptual del pensamiento del proyecto. No es un orden ni una ley, es una herramienta, una estrategia. El módulo no se impone, se encuentra en el juego entre programa, sitio y proyecto. Es una trama bidimensional o tridimensional surgida a partir de repeticiones, una retícula que permite construir secuencias rítmicas en el espacio.

2/ La estructura y los materiales como sostén de la expresión de la obra de arquitectura. La retícula se materializa y se constituye en estructura, los materiales trabajan de acuerdo a sus posibilidades, sus características definen el clima de la obra. Sus texturas, colores y respuesta al paso del tiempo aparecen como fundamento de su elección. La invención (e incluso la perversión) son imprescindibles para desarrollar arquitectura en nuestro medio. Digamos que algo de heroico hay en éstas búsquedas.

3/ La dimensión necesaria. Si el funcionalismo y el racionalismo mal entendido nos deja desarrollarnos en espacios apenas suficientes, hay que trabajar para encontrar la dimensión necesaria. Esta dimensión no es abstracta o numérica, es espacial. Tal vez sea la orientación de una ventana, una respuesta generosa al paisaje urbano, una esquina, un balcón. Nada de esto se entiende como superfluo o agregado, sino todo lo contrario, es solamente lo estrictamente necesario para que ocurra la arquitectura.

La Segunda Compañía de Seguros, Silvio Mariotti, Alfredo Molteni, Juan Carlos Valenti, 1955, Rosario. Foto: G. Frtittegotto

Se hablaba aquella vez de la fuerte influencia de 12 números de la revista L′Arquitecture d′Aujourd′hui con traducciones publicadas por Kraft. Uno de esos números era un monográfico dedicado a la arquitectura moderna brasilera…

Pero de eso hablamos otro día, porque Mies, antes de llegar a Rosario, hizo escala en Río de Janeiro.

Juan Manuel Rois, 1999.

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