Conversación sobre el Diagrama (1a parte)

Juan Manuel Rois
8 min readDec 20, 2021

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Diego Arraigada, Santiago Pistone, Juan Manuel Rois

A&P Continuidad, Publicación Temática de Arquitectura Facultad de Arquitectura Planeamiento y Diseño (Año 3 No 4): 66–77, Rosario, Agosto, 2016

Rem Koolhaas (1989) “Viejo croquis para el ZKM”

Santiago Pistone: Como disparador y ya que ambos son graduados de la FAPyD que han tenido una etapa de formación posterior en el exterior, cuáles fueron los aspectos en cuanto a representación gráfica que destacan de su formación y si han advertido carencias con el tiempo?

Juan Manuel Rois: En la cátedra trabajamos el diagrama como herramienta gráfica del proceso de diseño arquitectónico. Mi interés por el diagrama arranca como acto de defensa frente al exceso de subjetividad en la conversación sobre el proyecto. Cuando cursé la Facultad encontré una subjetividad culposa, nunca se sabía por qué algo estaba mal y no se encontraba justificación para la creación formal. En la formación funcionalista de la Cátedra Moliné (donde cursé) cuando se hablaba del programa, se acomodaban las cosas y estaba todo bien, pero cuando tomabas decisiones formales estabas en falta; nunca terminabas de justificarte funcionalmente. Esa es la trampa del sistema funcionalista, siempre queda esa “caja negra”. El funcionalismo tiene esa deuda, es una metodología que no encuentra justificación sobre los temas formales.

Personalmente encontré una salida a esa contradicción en el diagrama. Leyendo el libro S,M,L,XL de Rem Koolhaas y analizando el proyecto que propone OMA para la Biblioteca Nacional de Francia en 1989, la Très Grande Bibliothèque (TGB), me encontré con el momento de su proceso de diseño en el que Koolhaas explica como se libera de la tiranía de la creación formal a través del diagrama. Ahí entendí que el diagrama era una herramienta operativa que no necesitaba de otra explicación: da un camino y habilita sacarse de encima la obligación de la “idea arquitectónica”. En la Facultad te decían: “Traigan una idea arquitectónica”, pero nunca te decían que era eso. Entender al diagrama como una herramienta gráfica generativa que construye lógicas de organización formal me ayudó, porque yo “no tenía mano”, no “se me ocurrían cosas”, no “hacía dibujos lindos”. Un diagrama no tiene porque ser un dibujo lindo, tiene que ser una herramienta. Yo arranqué por ahí.

Diego Arraigada: La formación que tuve en el taller de Galli con el Japo Shiira fue con más libertad de búsqueda formal; muy desde el “concepto”, trabajando con ideas muy poco funcionalistas, dentro de la parte “misteriosa” de la arquitectura que era lo que nos motivaba: encontrar razones, conceptos e ideas de aspectos que son bastante difíciles de definir, y siempre buscando arquitecturas –si bien falibles- propias y auténticas. Personalmente ahora entiendo que tenía carencia en cuanto a los conceptos funcionalistas pero tenía una buena capacidad para elaborar tipologías que ni sabía que existían, simplemente desarrollaba un concepto y no tenía prejuicios formales para ver si realmente era “eficiente” o si pertenecía a una tipología existente. No tenía mayores conflictos más allá de enfrentarme con el programa o hacer una planta que funcione. Todo eso lo aprendí después trabajando con Nicolás Campodónico y Sebastián Guerrico en el estudio que compartimos en nuestros comienzos profesionales.

Sí noté una falencia en cuanto a mi formación teórica. Cuando cursé la materia Teoría con Silvia Lavin en la Maestría de la Universidad de California, en Los Ángeles (UCLA) me di cuenta que en la Facultad nunca habíamos hablado de teoría, o habíamos hablado de un modo tangencial. Esa materia con Lavin fue maravillosa, nadie nos había hablado de una manera tan clara, que te habilitaba a interpretar cosas existentes y, de pronto también, a elaborar nuevas teorías. Lavin explicaba las maneras de trabajar de un arquitecto, y allí entendí como siempre la forma está, es ineludible, es un hecho físico; luego hay ideas, hay conceptos, cuestiones textuales, literarias en cierto modo y entendí como los diagramas eran una herramienta que nos permitían, en un solo elemento juntar todas esas variables. El diagrama es una idea con forma. Se pueden tener implícitas cuestiones formales en un diagrama a la vez que cuestiones conceptuales, y personalmente entendí que era una herramienta que podía nombrar una manera natural que tenía de dibujar (porque yo tampoco era buen dibujante). Uno quiere hacer croquis al principio, pero no siempre salen. Yo no tengo una libreta que guarde, a los dibujos los tiro; hago los dibujos, los uso y los tiro. Son exploraciones imprescindibles pero a las que no les doy valor sacralizado. Por eso me sentí muy cómodo con esa definición de diagrama, me sirvió para reubicarme y decirme: -es esto! Y a partir de allí, poder empezar a ver, desde este punto de vista, cuestiones que me interesaban; por ejemplo la arquitectura de Rafael Iglesia. El diagrama es una herramienta para entender cosas, todas las obras que nos interesan pueden ser analizadas desde un pensamiento diagramático subyacente. En esos momentos descubrí el aspecto teórico de la arquitectura y el aspecto creativo del diagrama. Justo en el momento en el que empiezo a trabajar, que es cuando vuelvo a Rosario.

JMR: Los concursos de proyectos de paisaje que hicimos con Diego en esos momentos fueron para mí una oportunidad de unir dos líneas de investigación: por un lado mi maestría de paisaje y por el otro el diagrama sintético. En mi último trabajo docente en Estados Unidos, antes de volver a Rosario, en la Universidad de Illinois en Chicago, tuve de director a Robert Somol, crítico y teórico del grupo que puso en valor al diagrama desde su lado más gráfico, más simple, más cercano al cómic. Somol demostró una inteligencia estratégica en el uso de los recursos. Al asumir en una escuela que no podía equiparse con computadoras que estuvieran a la altura de las escuelas que apostaban por lo paramétrico, propuso usar al diagrama como herramienta central a toda la estructura pedagógica. Y llevó a dar clases a gente que usaba la herramienta desde el lado más sintético. Entre otros, Alexander Lhenerer -irónico en el uso de los diagramas, un Kevin Lynch de diagramas analíticos de codificación urbana surreal- y Jimenez Lai -con un trabajo gráfico cercano al manga japonés.

Me pareció una extraordinaria estrategia para poner en funcionamiento una escuela a muy bajo costo y con alto rédito de imaginación espacial y proyectual. Ahí enseñé tres años y medio antes de volver a Argentina. Revaloricé al diagrama; aunque nunca había dejado de valorar a Rem Koolhaas y de entender a Bjarke Ingels (BIG) y a todos los hijos de Koolhaas (NRA Architects, MVRdV, NL Architects). Con esta experiencia, cuando armé la propuesta pedagógica de la Cátedra, pensé un programa que tuviera al diagrama como una herramienta esencial a explorar, incluso desde Introducción a la Arquitectura. Me parecía una operación pedagógica importante. Debo decir que también hay mucha influencia, en el programa inicial que presenté, del primer año de la Escuela Politécnica Federal de Zúrich (ETH) de Zúrich, el curso que dirigía Marc Angélil. Lo que hacemos en la cátedra tiene varias vertientes que sitúan el uso del diagrama como una herramienta del pensamiento proyectual.

SP: Los dos hablaron de la importancia del diagrama y de cómo lo incorporaron a su formación desde la teoría de la Arquitectura. No les llegó desde el área digital por adquisición de un conocimiento de una herramienta instrumental como un software. Les llegó a partir de la teoría de la arquitectura, justamente la materia que no tenemos en la Facultad. Entonces, para incorporar al diagrama como propuesta pedagógica, se incorpora desde la teoría o desde una materia como Expresión Gráfica?

JMR: Para mí, es desde el Área de Proyecto. Hay una materia que se llama Análisis Proyectual, y la herramienta para el pensamiento analítico proyectivo es el diagrama.

DA: Es la herramienta de interpretación proyectual por excelencia. Por lo menos en mi caso es la que más uso; pero de una manera que no está ni asociada a un software ni a una búsqueda de “dibujos lindos”, los uso como una manera de pensar. Busco una arquitectura que tenga fundamentos que sean naturalmente resultado de trabajar con diagramas. En proyecto y en análisis proyectual es una herramienta muy poderosa. Yo lo empecé a pensar desde un punto de vista teórico, pero la instrumentación es netamente proyectual. Cuando estudiaba lo veíamos desde el punto de vista de Robert Somol, Greg Lynn, Sylvia Lavin, Mark Lee, todos hablaban del diagrama pero desde distintas operatorias. No es que tenga que ver sólo con la computadora, es resultado de un pensamiento que subyace, un pensamiento diagramático.

JMR: El diagrama que más me ha interesado es un dibujo mal trazado hecho a mano, aquel dibujo por el cual Koolhaas imagina las operaciones de sustracción que organizarán su Gran Biblioteca. Ese dibujo es lo que nosotros llamaríamos un croquis o un sketch. Un croquis puede ser un diagrama.

SP: Ahí me quiero detener, ya que hay una suerte de asociación, mala diría yo, que piensa al diagrama asociado a lo digital. No concuerdo con esa asociación, porque la primera vez que escuché la palabra diagrama, en una clase de historia de la arquitectura sobre los diagramas de los Smithson, los clusters de fines de los cincuenta. Yo no entendí que era hasta que fui a Toulouse Le Mireille. Allí me resultó evidente la asociación entre diagrama y forma construida a escala de una ciudad. Pero lo que quiero remarcar es que hay una mala interpretación que asocia al diagrama con la gráfica digital.

JMR: No es una mala interpretación. Hay una línea que empieza con Christopher Alexander y culmina con lo paramétrico y que tiene que ver con lo digital, ya que el mismo Alexander basaba sus patrones formales en las primeras lógicas computacionales. Pero me interesa más otra genealogía de lo diagramático, la que podríamos trazar desde Colin Rowe y sus gráficos sintéticos analizando cuestiones proporcionales entre Le Corbusier y Palladio o su trabajo de fondo y figura para comparar la trama de la ciudad moderna con la tradicional. Esta trayectoria conceptual pasa por Peter Eisenman en su trabajo de organización formal y finalmente arriba al dibujo simplificado, casi gráfico de cómic, de Rem Koolhaas. Al diagrama lo podés hacer en la computadora; pero la herramienta presenta relaciones de organización formal sin necesidad de soporte específico. El razonamiento diagramático es una lógica de pensamiento e interpretación que puede hacer uso de distintos modos de notación gráfica.

DA: Al ser una herramienta que trabaja con información, es natural que las computadoras tomen las lógicas diagramáticas y las lleven a un estado más elaborado, porque los diagramas trabajan con información. Siempre muestro a los alumnos una imagen de una pintura de una nube donde el artista pinta lo que ve, con los colores que ve, con su subjetividad en un momento determinado del día a partir de una visión fugaz, y luego, al lado, un diagrama de esa misma nube hecha por un meteorólogo que muestra la nube desde la información: con una flecha en la dirección del aire, indica donde el aire está caliente, donde está el aire frío, donde se produce granizo, cuando se transforma en tornado, mostrando como funciona la nube como fenómeno meteorológico, un mapa en el cual uno ve información y si extrapolás esa dinámica de relaciones a otro contexto, la nube adquiere otra forma pero vos te llevas la manera de funcionamiento de ese fenómeno. Por eso, en
líneas generales puede resultar natural que cuando se trabaja con computadoras se produzca un alejamiento del lado subjetivo o artístico y se vaya para un lado más objetivo. No obstante, no es excluyente: Frank Ghery, por ejemplo, puede emplearlas maravillosamente para llevar adelante proyectos escultóricos.

(continúa)

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