Alabama Songs: Visita al Rural Studio (5a parte)
[en línea] Revista Astrágalo. Cultura de la Arquitectura y la Ciudad (UAI-CAEAU) Vol. 22, Julio 2017, pp. 39–59.

Newbern
El Lunes Xavier sale temprano a la reunión de coordinación semanal con los equipos de alumnos en obra, y nos deja desayunando. Vuelve Xavier en el auto oficial del Rural Studio y ya viene acelerado, nos damos cuenta que el fin de semana ha terminado y que sus jornadas laborales son tan intensas como lo será la de este día: el trabajo del director del Rural Studio se parece al trabajo de un dueño de empresa constructora de escala familiar, al capataz de cada una de las obras de esa empresa constructora, al encargado de dirección de obra de cada una de esas obras, al proyectista de cada uno de los proyectos realizados por esa empresa constructora, y a veces, al trabajo del obrero.
Durante el día, Xavier tendrá varias reuniones, en varios lugares separados millas uno de otro, reuniones necesarias para solucionar crisis en varias de las obras que se llevan adelante al mismo tiempo: el sábado se inauguran dos, un techo (enorme!) en la sede central de la escuela (Casa Morrisette) y las pérgolas del Lions Park. La reunión de las ocho de la mañana fue para “apretar las tuercas” de los dos equipos de Exta Left Overs (más de eso adelante) que ya están agotados y no ven la hora de terminar, inaugurar e irse a casa. Los equipos arrastran errores de obra y Xavier anda cansado; el domingo vimos herramientas tiradas en el parque, dejadas al aire libre y en la obra del techo hay alguien que no deja de romper las pistolas de clavos (que salen 400 dólares cada una). Xavier cuenta que en esas reuniones dos de las alumnas lloraron, acusando al equipo docente de torturadores.
Subimos al auto y nos dirigimos a Newbern, el pueblo donde están las instalaciones del Rural Studio, donde pasaremos todo el día. Llegamos al almuerzo en el Merchantile, la tienda de ramos generales que junto con el correo y la vieja municipalidad armaban el Main Street de esta localidad rural de 100 habitantes, antes que llegara el Rural Studio y su Red Barn. Nos espera Steve, el profesor que da clases con Xavier y almorzamos en una de las mesas escondidas detrás de las estanterías de esta tienda de ramos generales que podría estar tranquilamente en Beravebú o en María Teresa. Después del almuerzo Xavier tiene que ir a otro lado (nunca sabremos bien a donde tiene que ir) y nos deja para que caminemos un poco por Newbern. Vamos hacia el Subrosa, el hermoso memorial que construyó para Mockbee su hija cuando estuvo aquí un año como alumna del programa out-reach. Nos sentamos en el césped cerca del anfiteatro construido por los alumnos, donde hacen la fiesta de fin de año, el famoso Pig Roast. Dejamos pasar el tiempo tirados en el césped y el clima rural es más tranquilo aún que en Greensboro. Recién ahora entendemos las relaciones de escala entre estas localidades dispersas en este pedazo rural de Alabama.
El Red Barn (sede de los talleres donde trabajan –a toda hora- los alumnos) está a distancia visual, en realidad hemos caminado menos de una cuadra, pero estamos en el medio de la nada, o en el verdadero centro de todo. Decidimos volver a la zona “urbana”, llegamos a la ruta y pasamos por la Biblioteca, el edificio comercial abandonado y ya estamos enfrente del Red Barn. Al lado del Red Barn está la oficina de correos y al lado, el Merchantile donde almorzamos. Cada edificio tiene un porche y eso es lo que arma la urbanidad de este tramo minúsculo de ruta rural perdida en el medio de la nada. Del otro lado hay una casa vaciada (que el Rural Studio usa como taller), la nueva estación de bomberos y la nueva municipalidad. Y eso es todo. Eso es el Main Sreet de Newbern. Nos sentamos en el porche del Red Barn y vemos pasar camionetas gigantes y enormes camiones llenos de troncos–la plantación forestal es una de las economías fuertes de la región. Hoy no estamos en la ruta, si no al costado de la ruta. El tiempo pasa distinto y está bien experimentarlo de esta manera.
Xavier llega, tiene que reunirse con alumnos en el Red Barn, nos deja las llaves de la estación de bomberos y sigue camino. Cruzamos la ruta y entramos al edificio que ya recorrimos varias veces por fuera. Una estructura de columnas ensambladas de madera, con tensores metálicos de arriostramiento, con un techo alto, enorme, de cabriadas muy elegantes de madera, recubierto en el exterior por policarbonato traslúcido protegido por persianas de madera. La primera vez que vimos este edificio el sábado, casi de noche, lo vimos brillando, iluminado al pasar por la ruta; un flash de contemporaneidad. El único cometido de este edificio es proteger que en invierno no se congele el agua de los camiones hidrantes (el agua está siempre en el camión, no hay cañerías), la piel exterior recibe el calor del sol en invierno, y está lo suficientemente protegida en verano. El edificio es hermoso. No puedo dejar de sorprenderme que sea obra de cuatro personas. Xavier dirá: Juan, pero si son sólo algunas columnas y un techo! Los bomberos tienen decoradas las instalaciones con fotos de los alumnos en cada una de las instancias de obra: Colgados de grúas, volando en el aire para ensamblar las vigas en las columnas. Héroes.
Cruzamos nuevamente al porche del Red Barn sobre la ruta y llegan Steve y Jake, los otros profesores. Charlamos de los problemas que encontraron en las obras: los alumnos de tercero cavando los cimientos de la casa que empiezan hoy rompieron dos caños de agua, los del techo no dibujaron por dónde pasa la instalación eléctrica y Johny Parker detuvo todo antes que la topadora electrocutara a todos. Nadie sabe dónde está Xavier. Nuestro trabajo ahora es esperar al director. Se asoma Xavier y nos dice, ya se lo que podemos hacer, vayan caminando hasta el Morrisset House y nos encontramos ahí, yo tengo que hacer un par de cosas, los paso a buscar por ahí. Steve y Jake se van a cavar pozos de fundación en la obra que empezó hoy (la de los chicos de tercer año) antes que se haga de noche y nosotros seguimos las indicaciones del director y empezamos a caminar por la vereda al costado de la ruta en dirección a Morriset. Dejamos la “zona urbana” de Newbern y empezamos a estar en sus afueras. Cruzamos los jardines de las tres iglesias, una luterana, otra presbiterana y la otra evangélica, la más nueva de 1855, la más vieja de 1831, todas de madera blanca, una más hermosa que la otra. El sol del atardecer hace que el blanco de las paredes se contraste con el verde del césped y los colores otoñales de los árboles. Una increíble postal tras otra.
Llegamos a Morriset con la puesta del sol y damos unas vueltas por el gran terreno (más de Morriset luego). Esperamos a Xavier sentados en el nuevo portal con vista al gran techo que se inaugura el sábado -en el que trabajan contra reloj los alumnos poniendo las ultimas maderas del cielorraso y terminando la instalación eléctrica, mientras al rededor grandes máquinas tiran grava para definir la nueva entrada al estacionamiento. Llega Xavier, con las llaves de la biblioteca y el ayuntamiento, nos subimos al auto y volvemos por el camino que hicimos caminando hace una hora. El sol está ya muy bajo cuando entramos a la Biblioteca de Newbern, el edificio de ladrillo pintado de blanco fue el banco del pueblo, al que los alumnos le hicieron una ampliación de madera extruyendo el bloque hacia atrás. Desde adentro una caja con paredes-estanterías de fenólico construye una continuidad espacial que unifica el espacio; esta caja, descentrada del eje del edificio protege, hacia uno de sus lados, espacios semi-secretos entre estanterías de libros: salas de lectura, mesas de estudio, espacios para que los chicos lean acostados. Cada uno de estos salones tiene una ventana hacia el patio/jardín exterior, también diseñado con mucho amor por los alumnos.
Salimos de la biblioteca y ya es de noche. Cruzamos la ruta y vamos al Ayuntamiento. Un edificio construido con bloques de madera maciza simplemente apilados, con grandes ventanas fijas suspendidas mas allá del filo exterior (“No son las de Lewerentz, pero bueno…”, dice Xavier como pidiendo disculpas). Las maderas que definen la gruesa pared exterior protegen climáticamente el interior, el voladizo del techo protege los grandes ventanales. El espacio interior se divide en una gran sala pública (donde está preparada toda la parafernalia, porque mañana se vota aquí mismo) y la sala de reuniones del intendente, hacia el lado de la ruta, con una gran ventana que mira (sin marco ni parantes) hacia la colección de edificios que arman el espacio público de Newbern; un cuadro hermoso, una pintura de pueblo del far-west. Cuando salimos llega el intendente, que nos mira con cara de malo y nos dice “Trespassing!”. Se vota mañana y están todos los votos apilados en unas cajas, no deberíamos haber entrado. Le digo que tiene un hermoso edificio (y es verdad, podría ser un proyecto de Herzog & de Meuron); bromeamos un poco más con ir presos, la cárcel y eso y nos despedimos. Desde el porche del Red Barn, ya listos para irnos, volvemos a mirar el gran ventanal de la sala del intendente y lo vemos trabajando en su mesa. El servidor público en plena noche de Newbern.
Quisiera repasar la secuencia que crea este momento actual de Newbern. El Rural Studio se establece en la Red Barn luego de unos años en Morrisette (la casona rural de las afueras). Los alumnos empiezan a ser parte de esta localidad mínima, usan el correo, compran en la granja. Estando en la comunidad se dan cuenta que no hay estación de bomberos y que eso hace que las primas de seguros de la localidad sean muy altas (las casas son de madera). Logran convencer a la comunidad de conformar un grupo de bomberos voluntarios. Profesores y alumnos conforman ese grupo inicial, se entrenan. Consiguen que otras ciudades donen dos camiones hidrantes, recaudan 150.000 dólares en la misma comunidad, construyen el edificio para proteger los camiones. Este edificio es el primer edificio público construido en Newbern en 100 años. Al tener este edificio, al tener un cuerpo de bomberos voluntarios, la comunidad empieza a reunirse más. En ese proceso, se dan cuenta que necesitan un lugar para las reuniones, que se hacen cada vez más habituales. El ayuntamiento se construye paralelo al edificio de Bomberos, creando un parque/jardín arbolado entre ellos, con un asador comunitario bajo los árboles. Al mudar el ayuntamiento desde el viejo banco, los alumnos proponen crear una biblioteca, investigan los trámites necesarios para asociarse al sistema de bibliotecas rurales de Alabama, proyectan y construyen el edificio que acabamos de visitar, el último de los proyectos públicos construidos en Newbern por el Rural Studio, en este proceso colectivo de construcción de esta frágil comunidad rural al costado de la ruta.
(continúa)